Pentecostés,
la celebración posterior a la Pascua, cincuenta días después, supone un nuevo
impulso a la acción misionera, a la vida de la Iglesia, a la fe de cada persona
creyente. El Espíritu viene en nuestra ayuda. Y la espiritualidad nos puede
ayudar a ser más conscientes y coherentes.
¡Ven, Espíritu
divino! Colma de paz mi corazón e impúlsame a hacer el bien para que mi vida se
convierta en un constante milagro de fraternidad.
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