Despues de su
muerte el 2 de abril de 2005, el Beato Juan Pablo II continúa haciendo y siendo
lo mismo que hizo durante su vida terrena: ser testigo. Fue y es, continúa
siendo en el corazón de la Iglesia y del mundo, un gran testigo.
Pensemos como Paulinas que a cada una de
nosotras, el Señor tambien nos dijo: seréis mis testigos en el mundo de hoy. Los
apóstoles cumplieron su deseo diciendo a todos que Él no está muerto, que vive,
que en Él está la salvación. ¡Qué formidables fueron los apóstoles, sus
primeros testigos!

Como Hijas de
San Pablo presente en el mundo, ¡que su santidad nos enseñe a tomar con más
entusiasmo y generosidad nuestra misión Paulina! Que descubramos cada día el
don que hemos recibido para responder a este don con amor y responsabilidad!